lunes, 9 de enero de 2012

Día 9: el hallazgo del día, ¡zumba es un pueblo de Ecuador!

El primer día de la segunda semana de mis 30 Días de Zumba.


Antes de empezar mi relato, aquí les dejo el descubrimiento del día, zumba es un pueblo de Ecuador. Me lo encontré en la página de viajeros.com

Este es el link:
http://www.viajeros.com/destinos/zumba

Ahora sí, este es mi relato del día número nueve.

De éste les puedo platicar, que llegué a una minicurva del cansancio. Lo único que me mantiene al pie del cañón para continuar con el reto diario, es la música. De verdad que disfruto mucho el ritmo de las canciones latinas. Eso le estaba comentando a una compañerita del día de hoy, si no fuera por la música, se me haría difícil seguir la clase de zumba de Claudia.

Porque con ella, no es nada más mover la colita, como dicen las canciones de zumba. No, hay que brincar, no todo el tiempo, pero casi. Es una súper clase para mejorar la condición física. Es una mezcla para las zonas problema. Rápidez y agillidad, si no las tienes, pierdes la sincronía.

Y bueno, nuestra instructora empezó el año muy controladora, porque nos estaba probando, a ver qué tal sabemos las coreografías. Hubo momentos en que dejaba de bailar para vernos. Ya casi al final, en una canción dónde brincamos, mejor dicho, jineteamos caballos, lo hizo y nos vio bailar. Luego, cuando reconocí la música del famoso brinco, que se me ocurre gritar, como ella lo hace, y nos dice, vamos, qué sigue. Pues a brincar se ha dicho.

Creo que la mayoría estábamos ahí con gusto, pero con la cara de ¡chin, es que hoy es lunes! Ni modo, la teacher no perdona. A seguirle.

Pero lo bailado nadie nos lo quita y ahí estabamos al final, felices y contentas, pero todas molidas. A una chica le escuché decir: ¡De verás que hoy estuve en mi límite! Claro, venía de las vacaciones. Se entiende. Después de los días de descanso hay que volver a agarrar el ritmo.

Y bueno, después de estar lista en casa, y de esperar que me arreglaran la calefacción del depa, porque estaba muy alta, me dediqué a la regeneración muscular e hice una siesta. ¿Y las hijas? Bueno, se habían ido las dos con mi amiga María, quien también va al zumba.  Fue una mediodía súper rara. ¡Nada que ver con la rutina! Ella y yo nos intercambianos nuestras hijas en las mediodías, cuando tienen clase por la tarde. La que va de colada es Bianca, porque no tiene vela en el entierro, pero se ha ganado el corazón de la amiguita y de la mamá.

En fin, eso era lo que quería, mi clase en vivo. Y la tuve. Mañana me toca la zumba con mancuernas. Después, tengo que ir a comprar unos boletos para una obra de teatro sobre el Carnaval de Basel y Bianca viene acompañada de una amiguita del jardín de niños para comer.

La semana apenas empieza. No, no puedo echarme para tras, ¡a seguir con la zumba!

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