jueves, 5 de enero de 2012

Quinto Día, qué pesaditas estuvieron las pesitas

De nuevo aquí, contando Mis 30 Días de zumba, el número cinco.

Sí alguien de ustedes me busca urgentemente para saludarme, reclamarme, darme un recado, etcétera, lo pueden hacer todos los lunes y jueves a las diez quince de la mañana, en el Gimnasio Sankt Jacobs, mejor conocido como Joggeli Fitness Club, y que está ubicado dentro del mismo estadio de fútbol.  Y es que esos días son sagrados desde agosto, cuando voy a mi clase de zumba.

Hoy me dio mucho gusto llegar y ver que el grupo era grande y el chico que se nos ha unido, tuvo compañía. El segundo hombre que llega a ejercitarse con zumba. Normalmente sólo somos mujeres, y por la mañana. La mayoría somos mamis o estudiantes.

Las famosas mancuernas


Normalmente la lección dura 50 minutos, pero nuestro instructor, Maren, de Cuba, se emociona y bailamos una hora. Para mi fascinación, empezamos con una zamba, perfecto, qué más podría pedir. Después de bailar a ritmo de merengue, usamos las mancuernas o stickers. A diferencia de otras, éstas son como maracas, pues al moverlas, suenan. Nada más nos faltan las palmeras para sentirnos en un país tropical. El mar y todo lo demás, está en nuestra imaginación.

Necesito decir que hay otros ritmos de esta hora en el Joggeli que me encantan. En días lluviosos como el de hoy, escuchar a Juan Luis Guerra es un regalo al oído y basta para que salga el sol. Maren, nos ha puesto una coreografía para Bachata en Fukuoka que hasta nos damos vueltas y parecemos bailarinas, perdón, bailarines profesionales.

Aproximadamente cuatro jueves antes de que empezaran las vacaciones de Navidad, fui a la oficina de Correos antes de mi clase. Y oh, sorpresa, nuestro maestro cubano estaba en problemas. Un policía estaba con él. Adentro de su auto, sus dos niños, a quien los deja en la guardería mientras da clase de zumba.

Casi me da un infarto. Pensé que ese día no habría clase. Cuando llego, les digo a una de mis amigas de la sesión, lo que había visto. Pero sorpresa, gracias a Dios llegó. Le platiqué al instructor que lo había visto, porque también iba al Correo. Resulta que uno de sus hijos, jugó con el relojito azul que se utiliza en toda Suiza para marcar el tiempo en qué te has estacionado, y el policía le reclamaba que se había pasado el tiempo límite. Maren le explicó que lo que habían hecho sus hijos. Qué bueno que el policía le creyó, ustedes saben, padres, las ocurrencias de los hijos.

Después de unas horas de esta clase de zumba, no dudo en decir que sí siento los brazos por las pesitas. Nada qué ver con el trabajo que se hace en el DVD con las mismas. Sí, quedé adolorida, pero como diría mi esposo, significa que los músculos trabajaron. Bueno, sea por eso, seguiré soportando.

De verás que fue maravilloso hacer la clase en vivo y regresar al gimnasio y ver a las compañeritas. No me lo van a creen, pero en el grupo habíamos tres mexicanas. Adriana, Pilar, con quien platiqué hoy, y yo.

Mañana, es un día especial, porque el papá está en casa. El trabaja en Lörrach, Alemania, que está a unos 20 minutos de Basilea,  y mañana tiene día libre porque es el 6 de enero, Día de Reyes. ¡Qué suerte para mí!, podré ir a la clase de Claudia, a las 12:15. Con ella zumba una mezcla: Baile como la clase de Maren y condición. La mezcla perfecta para mí.

Por suerte siempre tengo chochos de árnica. Pero lo mejor, es tomar un baño de tina, con agua caliente. Y de paso, aceite de árnica. La combinación que no falla. ¡Ya veremos mañana!

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